Sonrisa de serpiente

El inspector Tami Shimoni invstiga la muerte de un hombre joven el sábado, al finalizar el sabbath, en una de las principales avenidas comerciales de Tel Aviv sin que nadie viera nada. La investigación se complica ya que debe hacerla sin cadáver, que ha desaparecido en mitad de la noche tras el examen post-mortem. El hombre es identificado posteriormente como Yeshua Caleb un agente israelí, que había estado en Libia investigando en secreto el reciente desarrollo de un micro-virus que no tiene antídoto, excepto uno hecho con la misma fórmula. Todo empezó con algo tan pequeño que el ojo humano jamás podría verlo, incluso con la ayuda del miscroscopio más sensible. Era mortífero, el arma definitiva, pues no destruiría valiosas propiedades ni envenenaría el aire o la tierra; solamente destruiría gente. Con esta trama, ambientada en el trasfondo desconocido del Israel contemporáneo, Olga Hesky hace su debut como escritora de suspense.